lunes, 21 de septiembre de 2015

Mercadillo medieval




Esta semana han sido las fiestas de Majadahonda. Como todos los años las calles se visten de  luces y color y gracias a dios no todo son adolescentes borrachos a las 7 de la tarde. 
Durante unos días se viene el fantástico Mercadillo Medieval en el que puestos ambulantes se sitúan en la calle principal a vender digamos que de todo. Hay desde joyas hasta lámparas, pasando por comida, sábanas y artículos de decoración, casi todo hecho artesanalmente.
Sara y yo decidimos caracterizarnos para la ocasión haciendo nuestro propio pasacalles. Nos recorrimos el mercadillo dos veces de ida y dos de vuelta para decidir que comprar porque todo nos parecía demasiado genial para dejarlo ahí.
También hicimos alguna parada para comer queso, muuuucho queso, y al final nos decidimos por unos anillos, brazaletes y el mejor creppé que nos hemos comido nunca.





No es por comprar ni mucho menos. Soy de aquellas personas que odian las multitudes pero hay ocasiones en las que merece la pena. Es por ver a padres y niños jugando, por ver parejas de abuelos paseando, por los tenderos que, aún yendo de pueblo en pueblo de mercadillo, siempre te dedican una sonrisa (incluso una chica nos regaló unos llaveros de elefante preciosos). 
Podría decirse que es por lo que significa, es una fiesta que celebra el fin del verano y que abre paso a un nuevo curso, una nueva oportunidad.
Me encanta.
¡El año que viene más!